Presentamos una caracterización inicial del campo médico en México partiendo del estructuralismo genético de Bourdieu. Identificamos sus subcampos y las principales relaciones que guardan entre sí. Describimos también las luchas que se dan en el subcampo de la medicina moderna: se compite para ingresar a las escuelas de medicina, elegir sede para las prácticas profesionales, hacer una especialidad médica y defender el prestigio de las especialidades. Sostenemos que estas luchas son la base de la reproducción de las jerarquías que estructuran el campo. Finalmente, mostramos que la lucha también se da entre instituciones y presentamos evidencias.
The authors draw an initial characterization of the field of medicine in Mexico using Bourdieu’s genetic structuralism. They identify its sub-fields and the main relationships between them and describe the struggles within the sub-field of modern medicine: students compete to get into medical schools, to choose a place to practice medicine, to specialize, and to defend the prestige of the specialties. They argue that these struggles are the basis for reproducing the hierarchies that structure the field. Finally, they present evidence to show that institutions also struggle with each other.
En este artículo damos cuenta de los primeros resultados de nuestra investigación, orientada a la construcción del
En términos analíticos, un campo puede ser definido como una red o una configuración de relaciones objetivas entre posiciones. Estas posiciones están objetivamente definidas, en su existencia y en las determinaciones que imponen sobre sus ocupantes, agentes o instituciones, por su situación presente y potencial (
Nos proponemos avanzar en la construcción del universo social formado por las instituciones de salud y sus agentes como un campo cuya dinámica interior se comprende en profundidad si se la analiza bajo esta perspectiva. Nuestra agenda de investigación se dirige a identificar en el espacio social médico las principales propiedades que Bourdieu describió para los campos sociales: la existencia de un capital específico cuyo monopolio se disputan los diversos actores del campo y cuya desigual distribución subyace a la estructura jerárquica que los ordena; las luchas que se libran en su interior en pos de aquel monopolio y de la capacidad de dictar sus reglas; la naturaleza de esas reglas y del juego en el que compiten los agentes; las presuposiciones que éstos comparten (la
Ésta, desde luego, es una vasta agenda de investigación, cuyo desarrollo será posible a lo largo de varios años. En este artículo presentamos apenas el primer paso de este proyecto. La hipótesis es que podemos caracterizar algunos elementos básicos de la estructura del campo médico al identificar los subcampos que lo integran, las relaciones que éstos guardan entre sí, y algunos aspectos de la jerarquía que determina sus relaciones. Como guía utilizamos la siguiente definición de estructura de un campo: es el “estado de la relación de fuerzas entre los agentes o instituciones implicadas en la lucha o, si se prefiere así, en la distribución del capital específico que, acumulado en el curso de las luchas anteriores, orienta las estrategias ulteriores” (
El esfuerzo de explicación sociológica que hemos emprendido, a la luz de la teoría de campos de Bourdieu, radica en la reorganización y reinterpretación de un cúmulo de información y datos de fuentes oficiales y académicas (recopilados por nosotros), y de otras investigaciones nuestras,
El área que abarca un campo se delimita en función del objeto sociológico que se pretende estudiar.
Para esta investigación, el campo médico se refiere a la red de relaciones objetivas estructuradas en torno a la regulación y conservación del monopolio de los conocimientos y prácticas profesionales legítimas para la preservación de la salud, la identificación y prevención de enfermedades, y su curación. Esta red abarca el conjunto de instituciones y agentes que, ubicados en diferentes posiciones, mantienen entre sí relaciones de fuerza orientadas a conservar, adquirir o transformar esa forma de capital específico que consiste en la capacidad de imponer los esquemas dominantes de definición, percepción y apreciación de las materias propias de las prácticas de los profesionales de la salud. Así entendido, el campo médico está formado por las instituciones de salud, públicas y privadas, que prestan servicios directamente a la población; por los agentes que operan estas instituciones, principalmente el personal médico, de enfermería y paramédico, así como los profesores y estudiantes de las diversas especialidades médicas; por las escuelas de medicina y los centros de investigación que generan el conocimiento valorado como capital específico del campo, y por las asociaciones profesionales (por ejemplo, consejos de especialidades médicas) que certifican a los médicos especialistas.
Si bien la teoría de campos de Bourdieu ha sido aplicada anteriormente para estudiar el campo de la medicina (
A pesar de que la estructura del campo médico francés tiene varios paralelismos con la que hemos encontrado en el mexicano, existe una diferencia sustancial entre ambos. Mientras que aquél parece contener exclusivamente a la medicina moderna,
El subcampo de la medicina moderna se compone, a su vez, de una serie de subcampos estructurados a partir de cómo los agentes del campo médico se distinguen entre sí. En primer lugar, los actores que conforman el equipo de salud se diferencian por profesiones -medicina, enfermería, odontología, nutrición, trabajo social y psicología-, cada una de las cuales podría ser construida como un subcampo. El subcampo de los médicos se divide, a su vez, en subcampos de tercer orden, por especialidades: pediatría, ginecología, ortopedia, anestesiología, etcétera.
No obstante, es indispensable no quedarse en la mera descripción
El subcampo clínico está enfocado en la atención médica de individuos en un consultorio, una clínica o cualquier medio hospitalario. En contraste, el de la salud poblacional lo está en la producción tanto de conocimiento sobre salud a nivel comunitario como de políticas públicas de salubridad. Mientras que en el primero las luchas giran en torno a la obtención de conocimiento-poder
Estos dos subcampos tienen dos vertientes: una práctica y otra de investigación. Esto quiere decir que el subcampo clínico incluye tanto la práctica clínica (por ejemplo, un cardiólogo da consulta en un hospital) como la investigación (
Existe otro subcampo de la medicina moderna, el de las ciencias biomédicas donde, en interacción con el campo científico, se produce conocimiento cuyo valor no sólo deriva de la lógica de este último, sino también de sus aplicaciones en la medicina. En este subcampo confluyen profesionales de la salud y científicos con diversas formaciones, como biólogos y químicos, entre otros. En las ciencias biomédicas se trabaja en laboratorios, en los niveles
El campo médico está estructurado sobre la base de un conjunto de luchas que caracterizan las relaciones que los agentes establecen entre sí: se compite para ingresar a las escuelas de medicina, para elegir sede donde realizar las prácticas profesionales, para hacer una especialidad médica y para defender (o alterar) la posición de la especialidad elegida en el sistema de jerarquías donde se ubican. Estas luchas son la base de la reproducción de las jerarquías y, por ende, de la posición que ocupan los diversos agentes, así como de las relaciones de fuerza que existen entre sí. Su estudio, por tanto, es fundamental para la caracterización sociológica de este campo.
La mayoría de los estudiantes de medicina comienza su formación con la idea de pertenecer al subcampo clínico, pero no sólo como médicos generales, sino como especialistas. Es decir, esta mayoría (algunos estudios muestran que más del 80 por ciento) desea estudiar alguna especialidad médica y acceder, así, a la élite del campo (
Esta preferencia “vocacional” cuenta con bases materiales objetivas. En general, los planes de estudio de las escuelas de medicina descansan sobre tres principios: se orientan a la producción de profesionales clínicos; conciben a las enfermedades como entidades de origen biológico; y postulan la departamentalización de los conocimientos, esto es, la especialización de la práctica médica (
La lógica de la formación profesional del campo médico es que ésta debe enfocarse a la producción de doctores clínicos capaces de brindar atención médica a nivel individual. Así lo decía hace poco el entonces director de la Facultad de Medicina de la UNAM: “El fin último de las escuelas de medicina es formar médicos que sean útiles para el sistema de salud” (
Las bases materiales de aquella “vocación”, entonces, incluyen al sistema de instituciones que directamente ofrecerá empleo a los egresados: se aspira a lo que se oferta, y se oferta lo que se emplea (lo que no significa, desde luego, que exista empleo para todos los egresados). La “vocación”, señala Bourdieu, no es sino el ajuste entre las posiciones y las disposiciones vinculadas con determinadas trayectorias, esto es, entre las aspiraciones y las posibilidades, independientemente de que, a nivel individual, estas vinculaciones no sean evidentes para los agentes (
Ahora bien, ¿por qué interesa tanto a los médicos competir en este subcampo? Porque ahí se encuentran los capitales más preciados para operar de manera exitosa dentro del campo: no sólo las mejores ofertas (laborales y económicas) sino, sobre todo, el capital específico del campo, el conocimiento médico especializado, que es la forma de capital cultural y simbólico de más alto valor en este espacio. Conviene entonces analizar con más detalle esta competencia.
La competencia por las posiciones privilegiadas constituye una de las dimensiones más importantes de las luchas al interior del campo médico. Empieza desde la selección de los alumnos que ingresan a las carreras de medicina, enfermería y otras profesiones paramédicas. Históricamente, la de médico cirujano ha sido la más demandada entre las licenciaturas
A partir del ingreso a alguna de estas carreras, la competencia sólo se acrecienta. Hasta 2015, en la Facultad de Medicina, por ejemplo, todos los alumnos de nuevo ingreso elegían, por orden descendente de calificación en un examen diagnóstico de conocimientos generales, el grupo de clases de su preferencia. En la actualidad, los grupos se asignan aleatoriamente durante los primeros dos años de la carrera, que se cursan en las instalaciones de la universidad, pero del tercer al quinto años, que se estudian en hospitales, los alumnos eligen la sede de su preferencia de acuerdo con un puntaje obtenido con base en su promedio general y en la aplicación de exámenes teórico-prácticos, de tal suerte que los estudiantes con mejor desempeño tendrán prioridad para optar por las sedes hospitalarias de mayor prestigio. De nuevo, la circularidad del proceso está a la vista: los mejores alumnos eligen las sedes más prestigiosas, que lograrán producir egresados de alto nivel, lo que reforzará su prestigio, permitiéndoles así mantener o aumentar su exigencia para el ingreso de los aspirantes, y así sucesivamente.
Los alumnos de primer ingreso que obtuvieron una calificación sobresaliente en el examen diagnóstico que aplica la Facultad podrán empezar un nuevo proceso de selección para formar parte del Programa de Alta Exigencia Académica (PAEA), otrora denominado NUCE (Núcleos Universitarios de Calidad Educativa). Se trata de un programa educativo orientado a la formación de “alumnos de alta calidad académica”, cuyo principal requisito de permanencia es mantener un promedio igual o mayor a 8.5 (
Estamos ante un sistema educativo que, sobre la base de la competencia, clasifica a los aspirantes en grupos diferenciados. Hace tres décadas, las investigaciones de
En el campo médico, la educación de pregrado suele verse como “un propedéutico” para la competencia, que se da durante la especialización (
Al terminar la carrera de Medicina, la mayoría de los egresados optará por continuar sus estudios para competir por una posición privilegiada dentro del campo, ya que los médicos generales ocupan posiciones subalternas y las ofertas de trabajo y remuneración que existen para ellos son más limitadas. En 2015 había dos médicos generales por cada médico especialista en México (INSP, 2017) y, sin embargo, la proporción de contratación es inversa: actualmente se emplea a dos especialistas por cada médico general (
Para estudiar una especialidad médica es preciso participar en un nuevo proceso de selección, que consiste en aprobar, como primera condición, el Examen Nacional de Residencias Médicas (Enarm), diseñado, aplicado y calificado por la Secretaría de Salud. La cantidad de médicos generales que realizan el Enarm crece anualmente: entre 2001 y 2016 casi se duplicó, al pasar de 18,725 médicos sustentantes en 2001 a 39,743 en 2016 (
El Enarm es el mecanismo que clasifica y selecciona
El puntaje requerido para aprobar el Enarm varía entre especialidades. Las de mayor prestigio o que sirven de entrada a las especialidades más reconocidas requieren puntajes más altos en el examen, mientras que las que se encuentran en posiciones subalternas solicitan puntajes inferiores. La
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Comisión Interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos para la Salud (CIFRHS).
Medicina interna
79.2
Cirugía general
79.2
Cirugía general
78.6
Oftalmología
78.2
Traumatología y ortopedia
77.0
Ginecobstetricia
76.6
Geriatría
75.6
Medicina del deporte
75.5
Psiquiatría
75.2
Pediatría
75.2
Neumología
74.9
Genética médica
74.8
Anestesiología
74.7
Imagenología
74.0
Medicina de rehabilitación
73.8
Anatomía patológica
73.4
Radiooncología
72.9
Medicina de urgencias
71.9
Patología clínica
71.3
Medicina del trabajo
71.3
Medicina nuclear
71.0
Medicina legal
70.8
Audiología
70.6
Salud pública
70.4
Calidad de la atención
69.3
Epidemiología
69.1
Medicina familiar
67.8
La
Estamos frente a un sistema de jerarquización que opera de manera muy efectiva. De diversas maneras es conocido que las especialidades de mayor prestigio en México son Cirugía General y Medicina Interna, seguidas de Otorrinolaringología, Oftalmología y Traumatología y Ortopedia. Se trata de un prestigio que cuenta con bases materiales para su reproducción: al establecer la necesidad de una feroz competencia entre los aspirantes (por ejemplo, la exigencia de una puntuación muy elevada), el sistema de selección se asegura de que sólo los más “brillantes” y “esforzados” puedan acceder, confirmando que estamos frente a un subcampo de élite. Se trata de actos de consagración iniciática de los que logran aprobar, que están destinados a culminar el entrenamiento y
Los datos de la
Estos estudios además documentan que las especialidades con mayor prestigio son aquéllas en las que se utiliza tecnología sofisticada, se realizan procedimientos invasivos y/o inmediatos, se ocupan de la parte superior del cuerpo (que contiene órganos vitales como el corazón y el cerebro), están en contacto directo con pacientes, atienden personas en edad productiva, tienen mayor remuneración,
Este arreglo jerárquico responde, además, a un ordenamiento de género. En el contexto estadounidense,
En México, la demanda en el Enarm está sujeta a la promesa de capitales para prevalecer dentro del campo, tales como el cultural y el simbólico (básicamente el prestigio, con los demás capitales concomitantes), y la promesa de beneficio económico, o por lo menos de un empleo. Estas formas de capital no están correlacionadas al 100 por ciento y, de hecho, funcionan con relativa independencia. Las especialidades más demandadas incluyen tanto las de mayor prestigio como las de mayor oferta laboral. Como se aprecia en la tabla 2, sólo el 23.23 por ciento del total de médicos generales que presentaron el Enarm fueron aceptados para realizar una especialidad médica en el periodo 2012-2016. Casi el 71 por ciento de la demanda en esos años correspondió a seis especialidades: Cirugía General, Medicina Interna, Pediatría, Ginecobstetricia, Anestesiología y Medicina Familiar. La cuarta especialidad más demandada fue Medicina Familiar, una de las de menor prestigio, pero también una de las que más plazas oferta (entre 2009 y 2016 hubo, en promedio, dos demandantes por cada médico seleccionado para Medicina Familiar [INSP, 2017]).
La
*La escala del promedio ENARM se encuentra del lado derecho de la gráfica Fuente: Elaborado a partir de datos de la CIFRHS.
Demanda total
Distribución porcentual de solicitantes
Total de aceptados por especialidad
Distribución porcentual de aceptados
Distribución porcentual de aceptados
Medicina interna
21,995
14.23
4,454
12.40
20.25
Cirugía general
24,677
15.96
3,245
9.04
13.15
Otorrinolaringología
3,411
2.21
433
1.21
12.69
Oftalmología
4,948
3.20
786
2.19
15.89
Traumatología y ortopedia
7,854
5.08
1,447
4.03
18.42
Ginecobstetricia
15,861
10.26
3,341
9.30
21.06
Geriatría
2,312
1.50
337
0.94
14.58
Medicina del deporte
566
0.37
26
0.07
4.59
Psiquiatría
3,157
2.04
716
1.99
22.68
Pediatría
17,819
11.53
3,945
10.99
22.14
Neumología
1,168
0.76
219
0.61
18.75
Genética médica
525
0.34
126
0.35
24.00
Anestesiología
12,754
8.25
3,857
10.74
30.24
Imagenología
5,710
3.69
1,413
3.94
24.75
Medicina de rehabilitación
2,865
1.85
403
1.12
14.07
Anatomía patológica
1,030
0.67
346
0.96
33.59
Radio-oncología
892
0.58
193
0.54
21.64
Medicina de urgencias
5,550
3.59
2,554
7.11
46.02
Patología clínica
217
0.14
121
0.34
55.76
Medicina del trabajo
2,103
1.36
295
0.82
14.03
Medicina nuclear
287
0.19
65
0.18
22.65
Medicina legal
439
0.28
35
0.10
7.97
Audiología
462
0.30
127
0.35
27.49
Salud pública
214
0.14
43
0.12
20.09
Calidad de la atención
222
0.14
35
0.10
15.77
Epidemiología
957
0.62
228
0.63
23.82
Medicina familiar
16,112
10.42
7,117
19.82
44.17
Total
154,574
100.00
35,907
100.00
23.23
La línea punteada marca la tendencia general de la proporción de aceptados respecto del número de solicitantes para cada especialidad, lo cual revela una importante reciprocidad: mientras más elevado es el promedio en el Enarm, esto es, mientras más prestigiosa y de difícil acceso es una especialidad, menor es la proporción de aceptados respecto del número de solicitantes en la misma. Y en la medida en que decrece el promedio en el Enarm, aumenta la proporción de estudiantes aceptados para las especialidades menos prestigiosas.
La posición de Medicina Familiar resulta sumamente interesante, pues a pesar de su escaso prestigio tiene una alta demanda. Esta especialidad surgió como respuesta al desprestigio de la medicina general a partir de la especialización médica; en México, apareció en 1971 por iniciativa del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Los médicos familiares brindan atención médica primaria, esto es, dan consejería para prevenir la aparición de enfermedades, atienden las patologías más comunes, evitan sus complicaciones, y refieren a los pacientes que lo ameriten a los especialistas (
No sólo la configuración de las jerarquías entre especialidades determina la disposición espacial dentro del subcampo clínico. Las instituciones también organizan este microcosmos social de manera sustantiva. Por un lado, están las instituciones educativas que forman a los médicos generales para competir en el proceso de especialización y, por otro, están las hospitalarias que ofertan las plazas para la formación médica especializada.
La
Ser seleccionado mediante el Enarm no es el único paso para alcanzar una posición competitiva en el campo médico. Una vez obtenido un lugar, los médicos deben reiniciar la competencia para ingresar a una sede hospitalaria de prestigio. El ordenamiento jerárquico de las escuelas de medicina es bien conocido por las entidades que ofrecen programas de especialización médica. Las instituciones educativas adquieren prestigio en la medida en que sus egresados son seleccionados por el Enarm y, a su vez, la universidad de origen de los médicos admitidos juega un papel muy importante en la elección de médicos que hacen los hospitales que ofertan las plazas para la especialización. Se trata de un sistema de jerarquías que se refuerza permanentemente.
Muchas sedes hospitalarias piden a sus aspirantes requisitos adicionales al puntaje obtenido en el Enarm.
Las instituciones que ofertan el mayor número de plazas son públicas (
En el caso de la otra especialidad de entrada directa de gran prestigio, Cirugía General, se presenta un panorama similar. Entre los hospitales de mayor autoridad para cursar esta especialidad figuran el Hospital General de México y el Hospital General “Dr. Manuel Gea González”. Según los datos de ingreso a especialidades de 2017, sólo 22 de los 743 médicos seleccionados por el Enarm entraron en el primero (2.96 por ciento), mientras que al segundo ingresaron seis (0.8 por ciento).
Además del capital cultural (sobre todo el capital académico que se obtiene con la formación profesional), otras formas de capital impulsan a los distintos actores a través del campo médico. El económico es de gran relevancia: dos de las cinco universidades mejor posicionadas según porcentaje de alumnos que ingresan a especialidades son privadas (la Universidad Panamericana y el Tecnológico de Monterrey). De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco, 2018) el costo de la carrera de medicina en una universidad privada es 25 veces mayor que en una pública (977,027
El capital cultural derivado de la publicación de trabajos de investigación también juega un papel importante en el movimiento de los actores sociales dentro del campo médico. La producción de conocimientos de acuerdo con las normas de funcionamiento de la ciencia es prioritaria para este campo y sus agentes. Las instituciones de educación médica fomentan que sus estudiantes tengan formación en investigación. La Facultad de Medicina de la UNAM tiene varios programas de apoyo a la investigación a nivel pregrado: el Programa Afines (Apoyo y Fomento a la Investigación Estudiantil) para realizar actividades de investigación durante la carrera, y la opción de realizar el internado médico y el servicio social en investigación. Adicionalmente, la UNAM ofrece un posgrado en Investigación Clínica Experimental en Salud y otro en Ciencias Médicas. Este último está destinado a médicos especialistas y tiene el objetivo de darles “una formación integral en investigación, capacitándolos en la metodología de la investigación clínica para la integración de su trabajo de atención médica y las actividades de investigación” (Posgrado en Ciencia Médicas, 2018). Graduarse en uno de estos programas puede aumentar el capital académico de los médicos, ya no sólo a través de la obtención de conocimiento, sino también mediante el conocimiento que ellos mismos producen. Esto supone una ventaja en relación con otros actores del subcampo clínico.
En síntesis, las luchas que se libran al interior del campo médico son decisivas en la estructuración y reproducción de las jerarquías mediante las cuales se distribuyen las posiciones y se organizan las relaciones que mantienen entre sí las diversas especialidades médicas y las instituciones que proveen de estudiantes a tales especialidades. Dentro de la fracción dominante del campo médico, la práctica clínica basada en especialidades ocupa a su vez una posición dominante, mientras que a la salud poblacional corresponde una posición dominada.
El subcampo de la salud poblacional ocupa la posición dominada dentro de la medicina moderna, no porque carezca de poder político, sino porque dentro del campo médico ocupa un lugar poco valorado. Se encuentra enfocado tanto a la investigación para producir conocimiento sobre salud a nivel colectivo, como a la formulación de políticas públicas y su ejecución. Su principal objetivo es prevenir las enfermedades (que se anticipa al propósito clínico de curarlas) y gestionarlas, por lo que el capital político es de gran importancia para las luchas de este subcampo. Sus actores, los “salubristas” (en oposición a “clínicos”), “luchan por esa forma particular de autoridad que consiste en el poder de mandar por medio de la legislación, regulaciones, medidas administrativas, en suma, todo lo que ponemos bajo el rubro de políticas del Estado” (
No obstante la posición de poder que pueden alcanzar los salubristas en la sociedad, el valor interno de este subcampo en el campo médico no es tan elevado como el del subcampo clínico (y a la inversa: pueden tener más peso en el campo del poder político que la clínica). En esta sección mostraremos algunos datos empíricos que fundamentan esta aseveración.
A nivel de la competencia en pregrado, el estudio sobre perspectivas profesionales en
estudiantes de medicina previamente citado (
A nivel de especialidades médicas, las disciplinas de la salud poblacional ocupan posiciones poco privilegiadas. De las 27 especialidades de entrada directa que se incluyen en el Enarm, sólo cinco tienen un enfoque poblacional, por lo que pertenecen a este subcampo: Medicina del Trabajo, Salud Pública, Medicina Legal, Calidad de la Atención y Epidemiología. Estas especialidades están ubicadas entre los últimos ocho lugares de la
No sorprende la posición de estas disciplinas si tomamos en cuenta que no están relacionadas con los factores de prestigio de las especialidades referidas en la literatura y que comentamos anteriormente. En ellas no hay uso de tecnología ni se realizan procedimientos invasivos; sus acciones son más bien a nivel comunitario o político; no tienen contacto directo con pacientes; actúan sobre poblaciones de diverso tipo (adolescentes, mujeres, etc.) sin necesariamente tener contacto directo con ellas; no aplican tratamientos; sus tareas, de carácter colectivo, suelen ser poco visibles y tienen una eficacia poco controlable; no se apegan al modelo biomédico al dar mayor peso a los “determinantes sociales de la salud” (no clínicos ni subindividuales), cuya asociación con las enfermedades se establece básicamente en términos de probabilidades estadísticas (factores de riesgo) y no en términos de causa-efecto, como la que domina en el campo de conocimiento médico.
No obstante, como sucede con Medicina Familiar, la jerarquía de las especialidades del subcampo de la Salud Poblacional es superior a la Medicina General. Por eso, muchos profesionales buscan formarse en este subcampo antes que permanecer como médicos generales. Para ello, existen dos vías: aprobar el Enarm para las especialidades señaladas arriba; o bien, cursar alguna maestría y/o doctorado en salud pública, epidemiología, gestión de servicios de salud, administración de hospitales, etc., en el Instituto Nacional de Salud Pública, la UNAM, la Universidad Veracruzana, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, entre otras instituciones.
El hecho de que para ingresar al subcampo de la salud poblacional existan barreras de acceso mucho más laxas que las del subcampo clínico evidencia su posición subalterna. Mientras que en este último los agentes que no son médicos sólo pueden ocupar posiciones subordinadas a éstos como profesionales paramédicos,
En años recientes se han creado nuevas licenciaturas en México para nutrir de recursos humanos a la atención primaria a la salud. Se ocupan, principalmente, de quehaceres propios de la salud poblacional, e incluyen las licenciaturas en Salud Comunitaria (ofrecida en San Luis Potosí y Querétaro), en Educación y Promoción de la Salud (en la Ciudad de México y el Estado de México) y en Salud Pública (Aguascalientes, Ciudad de México, Jalisco y Michoacán) (
Igual que en el subcampo clínico, dentro de la salud poblacional sería posible reconstruir el sistema de jerarquías que rige la relación entre los salubristas. Producto de la hegemonía biomédica, a la que también la salud poblacional está sujeta, en este subcampo se valoran mucho más las disciplinas “más científicas”, que utilizan métodos estadísticos (epidemiología, bioestadística y ciertos enfoques de nutrición, salud ambiental y otras), y se valoran menos aquellas cuya cientificidad se pone en duda porque no hacen de la estadística su herramienta fundamental (“sistemas y políticas de salud”, “ciencias sociales y del comportamiento”, “medicina social”, etcétera).
Finalmente, en este subcampo la investigación y la enseñanza también juegan un papel importante. Es en el estilo particular que adquieren dichos rubros donde puede hacerse una diferenciación entre la salud pública, la medicina social y la salud colectiva. La primera suele desarrollarse en instituciones que mantienen un entendimiento (ideológico o práctico) con las instituciones del Estado. Sus aportaciones, por ello, suelen tomarlas en cuenta las instancias de poder, pero su actuación es, por lo mismo, muy poco autónoma: en buena medida, investigan y enseñan justamente lo que se les requiere desde el Estado. Las dos últimas, en cambio, son mucho más soberanas, pues se desarrollan en universidades más independientes y sin una vinculación tan clara con las instituciones de salud. Por lo mismo, sus aportaciones suelen ser ignoradas por el Estado, en los dos sentidos de la palabra. La salud pública y la salud colectiva se enfrentan en una lucha orientada a determinar cómo deben investigarse los problemas de la salud poblacional y cuáles son las políticas más pertinentes para ello.
La posición que ocupa cada una de estas instituciones (universidades, institutos, hospitales) en virtud de las relaciones de fuerza que mantienen entre sí, estructuradas a su vez por sus capitales culturales, simbólicos (
No escapa a nuestra atención que en el campo médico existen actores que no es posible ubicar dentro de los subcampos descritos. Aquí hemos considerado las posiciones más centrales del polo dominante del campo médico y no aquellas que son periféricas, cuyo mapeo requeriría investigaciones dirigidas a ese tema. Tal es el caso de médicos que han incursionado en el subcampo de las ciencias biomédicas; de los profesionales de la salud que ocupan puestos burocráticos en las instituciones educativas de salud y de aquellos otros cuyas trayectorias los han conducido a campos vecinos del campo médico u otros complemente independientes de él. Por otra parte, si bien hemos abordado aquí el campo médico en México, no debemos perder de vista que éste está estrechamente interrelacionado con el de otros países y que, por lo tanto, posee un modo de producción de profesionales y de servicios de salud común al contexto occidental.
Mostramos que el campo médico está profundamente jerarquizado, lo que detona intensas luchas entre sus agentes (un campo homogéneo no suscitaría el nivel de competencia que se observa en éste). La jerarquización documentada opera en todas las etapas de formación, desde pregrado, y se advierte también en los
En subsecuentes trabajos mostraremos cómo se expresan estas luchas en la narrativa de los propios agentes médicos, y de qué manera el
Investigaciones previas de nuestra autoría abonaron a este trabajo. En un caso (
En la literatura encontramos referencias a los campos de la enfermería (
Foucault mostró que conocimiento y poder están sólidamente compenetrados. El conocimiento que se origina a través de la norma (normal
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y la Secretaría de Salud (SS), entre otras.
Existen múltiples escuelas de medicina en México. En este trabajo nos centraremos sólo en las más importantes, ya sea por el número de alumnos inscritos (la UNAM concentra la mayor cantidad en México) o por la cuota de egresados seleccionados para estudiar una especialidad (
Existen dos formas de ingreso a las carreras de la UNAM: 1) los aspirantes provenientes de preparatorias y bachilleratos de la propia universidad pueden acceder mediante el “pase reglamentado”, que consiste en lograr un promedio mínimo al final de este ciclo formativo; la gran mayoría de los estudiantes ingresa por esta vía; 2) los aspirantes de instituciones diferentes a la UNAM pueden acceder a ésta presentando un examen de selección; sólo alrededor del 10 por ciento de ellos logran ingresar anualmente (
Lo que mostramos aquí es cómo el sistema es implacable en la producción y reproducción de sus jerarquías, desde las fases iniciales de la carrera de medicina. Puede tener lógica, desde cierto punto de vista, que los mejores estudiantes tengan derecho a elegir primero la sede donde desean formarse. A los efectos de esta investigación, no importa que sea lógico. Lo relevante es que también es
Porcentaje calculado con base en el número de alumnos de primer ingreso para el ciclo escolar 2016-2017 (1,276) y la cantidad de espacios disponibles en los grupos PAEA (noventa aproximadamente).
Deberá verificarse la vigencia (muy plausible) de la hipótesis de que, en realidad, la gran mayoría de los que aprueban ya vienen preseleccionados por su origen de clase y las oportunidades que de ello se derivan.
Estos son enunciados que constatan el funcionamiento del campo médico, y no denuncias. Como dice Bourdieu, por más rigor científico que empleemos, “por más que se renuncie metódicamente, como aquí, a invocar los asuntos no obstante conocidos por todos […], a pesar de todo no se ha de escapar a la sospecha de ejercer una acción de denuncia de la que el propio lector es ciertamente responsable” (
La mayor remuneración no siempre se traduce en mayor prestigio. Por ejemplo, la Radiología tiene bajo prestigio a pesar de ser bien remunerada (
Sólo se incluyen universidades que lograron un mínimo de veinte sustentantes seleccionados por año
La lista de hospitales con un proceso de selección adicional al Enarm puede consultarse en: <
En un foro de médicos se comentó lo siguiente acerca de las sedes hospitalarias para especializarse en Medicina Interna: “Digan lo que quieran. El mejor es Nutrición y punto final. Sin embargo, es como el Monte Olimpo para mucho mortal, tienes que ser un semidiós para ser aceptado”.
Para completar esta descripción de las posiciones que ocupan las instituciones que ofrecen plazas para especialidad, dentro del sistema de jerarquías, deberíamos presentar el
Véase, por ejemplo, para la UNAM: <
El lenguaje tiene propiedades performativas, creadoras de realidad (